martes, 20 de octubre de 2009

Un vicio que tengo


El otro día me compré una Sega Master System en una tienda de segunda mano por doce euros. Hay gente que me entiende, un primo mío, sin ir más lejos, tiene una tienda online de videoconsolas de segunda mano. Pero a otras personas les parecerá una tontería.

Recuerdo cómo, cumpleaños tras cumpleaños, mis padres se negaban a comprarme una videoconsola cuando era pequeño. No les culpo. El ordenador (un 486 con 4 megas de RAM) ya me tenía bastante absorbido.

Por aquel entonces, las videoconsolas que yo veía eran la Play de mi amigo Domingo (con su terrorífico Resident Evil) en su pueblo y la MegaDrive (ya por entonces algo obsoleta) de mi tío, que tuvo el buen gusto de reunir una colección de Sonic bastante decente.

Un año, apoyado por mi hermana, papá y mamá cedieron ante la idea de que les pidiéramos una PlayStation a los Reyes. Recuerdo viciarnos al Expediente X en la tele del salón, pero en cuanto acabó la navidad, la Play se fue de aquel altar sagrado y unifamiliar a la tele de "el cuarto de jugar".

Mi hermana y yo fuimos unos gamers contenidos, fieles y sinceros. Yo temriné de amortizar la inversión con el Civilization II y el Final Fantasy IX. Mi hermana, con el Crash Bandicoot y otros Finals además del IX.

Pero después tanto ella como yo abandonamos esa afición. Durante mis años de instituto no jugué mucho, hasta que el último año descubrí una máquina de bailar en unos recreativos. ¡Cómo me gustaba aquello! Yo pensaba: "pues esto se podría comercializar en las casas, si vendieran una alfombra para jugar". Y el caso es que sí lo hacían, y un año, tras trabajar todo un verano en un bar de la costa, me compré una PlayStation 2 de segunda mano con el juego de bailar (y la famosa alfombrilla). Y entonces descubrí también el SingStar, el Final Fantasy XI, el PlayBoy Mansion, el Jak... Volví a querer a las videoconsolas.

Un buen día vi que vendían una Sega MegaDrive (como la de mi tío) en una tienda por 15 euros. Tras consultarlo con ciertas personas que sabía que me animarían a hacerlo, la compré. No me arrepiento en absoluto.


Mi Sega MegaDrive tenía un triple valor:
- Como consola se puede jugar a ella. Los juegos ahora son muy baratos (todos de segunda mano, claro) y algunos siguen siendo muy entretenidos.
- Como recuerdo de la infancia tiene un gran valor sentimental.
- Como pieza de antigüedad es un artículo que se revaloriza. Hace tres años que la compré y ya ha subido entre 5 y 10 euros.

Pero en Cash Converters, la tienda donde yo la compré, son unos cutres y ni siquiera les pasan un paño húmedo a las cosas que compran antes de ponerlas a la venta. Ése sitio está realmente sucio y cuando compras cualquier prodcto, más te vale limpiarlo en casa.

Yo he descubierto que me encanta limpiar videoconsolas y cartuchos de juegos. Les doy con alcohol y algodón para sacarles toda la roña, a veces con alcohol de romero (y huelen después muy bien). En las pegatinas tengo cuidado de no borrar los dibujos, y me sirvo de palillos, alfileres, cutters y bastoncillos de las orejas para llegar a todos los sitios. Limpio hasta los cables. Y lo hago por dos cosas. La primera es una razón lógica: está sucia, pues la limpio. La segunda es más espiritual/paranóica: a saber dónde a estado, quién la ha tocado y contra qué mucosas se ha restregado este mando antes de llegar a mí. Por eso NECESITO dejarlo todo impoluto.

Después vi en la misma tienda una Nintendo 64. También tengo cariño a esa videoconsola porque un primo mío (otro) me la cambió por la Play una temporada y anduve enganchado al Mario 64 y a un juego de carreras de Star Wars Episode I. Sobra decir que la diversión que me ha otorgado suple de sobra los 15 euros que me costó.

Ésta es, al lado de mi vieja Play Station.


En mi afán de coleccionista, cierto día que andaba yo boyante económicamente pujé en eBay por una Atari de vete tú a saber qué año. Pujé unos 50 euros y al final se vendió por 150. Demasiado buena.

Y por último, hablaré de esta última adquisición. A pesar de ser más antigua que la MegaDrive, costó sólo 12 euros (3 menos 3 años después). Y creo que era por su estado de conservación. La MegaDrive estaba mejor. La pobre MasterSystem está algo rayada y con muescas en el mando.

Cuando me puse a limpiarla, vi que tenía unas pegatinas de cinta adhesiva negra. Qué extraño. Retiré la primera y descubrí sorprendido que no cumplía ninguna función. Al comprarla no me di cuenta, pues toda ella es negra también. Pero cuando retiré las otras dos vi que tapaban partes en las que el plástico se había derretido levemente. Como si la hubieran dejado irresponsablemente sobre una fuente de calor.

Bueno, no pasa nada. No se ve y yo la quiero igual.

También he tenido que limpiar muy a conciencia la caja (y el cartucho) de un juego que no sólo se veía marrón de la mierda, sino que lo tocabas y estaba completamente pegajoso. Urgf. La prueba del algodón no falló. A la quinta pasada de un girón de algodón empapado en alcohol, seguía quedándose negro. Además, los gorrinos de Cash Converters no tienen ningún cuidado, y ponen la pegatina del precio sobre la pegatina del propio cartucho. Así que le di bien con el secador para que se calentara y se ablandara el pegamento y poder retirarla sin dañar el dibujo original. Me salió bien. Pero no tuve la misma suerte con otro par de pegatinas que algún patán había puesto sobre el dibujo de la carátula. Esas levantaron el papel y dejaron dos huecos irregulares blancos sin tinta a pesar de que las quité con todo el cuidado del mundo. Finalmente resolví pintar con rotuladores las partes blancas, intentando imitar el dibujo original y me ha quedado muy bien.

Esta es la carátula "restaurada". Las flechas amarillas indican partes "blancas" que he pintado con rotuladores. La más cantosa es la de la derecha (picando en ella, pueden ampliar la imagen). Puede que otro día me ponga y la retoque.


Ahora recuerdo cómo mis padres, hace ya muchos años, dedicaban bastantes horas a la restauración de muebles, era su hobby. Y al fin y al cabo esto es más o menos lo mismo. Éstas son mis antigüedades. Éstas son mis restauraciones.